viernes, 7 de octubre de 2011

ATASCOS OTOÑALES

     Me hubiera gustado comenzar a escribir estas líneas hablando de los primeros frescos mañaneros, de la alopecia incipiente de los árboles, de la mayoría parlamentaria que en el foro de las horas va adquiriendo la oscuridad frente a la luz, de las primeras manguitas largas, de los coches desperezándose mientras se refriegan sus ojos empañados...

     Pues no. Resulta que estamos entrados en octubre y por estas latitudes seguimos superando los treinta grados de sobra. Gracias a ello uno sigue recordando, cada fin de semana, aquel anuncio de "¿a la playa o a la montaña?" que protagonizaban dos chicas bien parecidas (bien parecidas a tías buenas, claro está) y que es una situación perfectamente planteable gracias a la climatología imperante.

     Pero hay determinadas situaciones cotidianas que sí que marcan el fin del verano y que nada tiene que ver con la meteorología. Sí señores, lo han adivinado. Los niños vuelven a las clases y los colegios recuperan la vida abandonando la penumbra que los consume durante el estío. Bueno, los colegios, los institutos y, sobre todas las cosas, las calles. Esas calles que dos veces al día se llenan de coches que entrelazan sus direcciones según el destino que en forma de pupitre tengan sus vástagos. Porque, pobre de aquel niño que viva tan cerca del colegio que no pueda ser transportado en vehículo privado por su progenitor. Supongo que hasta lo criticarán los compañeros de clase (qué maldad tienen los niños...)

     Cualquier día de estos, entre los numerosísimos documentos y requisitos que tiene que tener cualquier persona para vivir en esta sociedad de hoy, los padres van a tener que solicitar también la licencia de taxi, Porque eso es lo que son muchas veces los progenitores de hoy en día, taxistas que llevan a sus hijos de casa al colegio, del colegio a casa, de casa a las clases de inglés, de las clases de inglés a entrenar, de entrenar a catequesis y de catequesis a casa con una parada de regulación para cumplir con el horario marcado.

       Así que, cuando cualquier día de estos vean ustedes los enormes atascos que se producen a las horas punta en su ciudad, no piensen que ha llegado de golpe el pleno empleo y el paro va camino de extinguirse. Sepan que son los niños quienes entran, salen, van o vienen de algún lado con sus padres al volante. 

     Queridos padres: Mucho me temo que el regalo de este año de vuestros hijos por vuestro día sea una gorra de plato y un DVD de Paseando a Miss Daisy. Yo, por mi parte, rezaré por vosotros a San Cristóbal pidiendo precaución, amigo conductor.


viernes, 14 de enero de 2011

Menos humos

     Hola de nuevo. Sí, ya sé que me he hecho de rogar, pero ya saben todos ustedes cómo es esto de la Navidad. Que si turrón, que si mantecados, que si jamón, que si pavo, que si beben y beben, y vuelven a beber... En fin, que ya está bien de fiestas y que ahora toca ponerse las pilas y darle a esto del blog el movimiento que se merece en el año recién estrenado.
     
     Y en este año que comienza, además de aquello de las buenas intenciones que todos nos proponemos y que supongo que alguno incluso habrá que las cumpla, viene ya marcado de antemano con el nuevo panorama que se nos presenta. Un panorama mucho más claro, más diáfano, más nítido... Vamos, un panorama que veremos con mucha más pulcritud gracias a la falta de la atmósfera londinense que provocaba en los locales públicos el humo del tabaco.

     Ya era hora de que en los bares única y exclusivamente oliera a fritura. De que aquellos que tienen pelo ya no dejaran la almohada oliendo a estanco. De que no se arriesgara uno a meter los dedos en un cenicero cuando lo que quería era coger una aceitunita. 

     A los fumadores, en lo que a los establecimientos públicos respecta, les queda dos cosas que pasar: Frío y calor. Y Todo por aquello de tener que salir a la puerta a saciar ese vicio que le deja los pulmones como la ropa del deshollinador de Mary Poppins. Gracias a ello, cada vez se ven más "champiñones" de esos que calientan. Y siempre con un cigarrito debajo y, al lado del cigarrito, una persona que se lo fuma. Tanto es así que esos "champiñones" están proliferando como hongos...

     Más vale comentarlo así que entrar en un debate que, a mi modo de ver, no tiene sentido alguno. Carece del mismo desde el punto de partida de que hay un bien superior que hay que proteger que es el de la salud de las personas. No creo que nadie en su sano juicio defienda el fumar bajo la negación del perjuicio que causa el tabaco. 

     Ahora bien, todos los que basan la improcedencia de la nueva ley en la libertad que recuerden aquello tan manido de que la libertad de uno termina dónde empieza la del otro. Son muchos años los que lleva un sector que, a día de hoy (y esperemos que suba), es de dos tercios de la población soportando fumar por boca de otros. Sin quererlo, sin merecerlo.

     Toda una vida tolerando que fumen en lo alto de uno. Ha llegado la hora de que los fumadores "toleren" que no se fume a su lado. Así que, a partir de ahora, menos humos, que no hay por qué enfadarse.


martes, 7 de diciembre de 2010

El Almendro vuelve a casa y El Lobo sigue siendo un gran turrón.

     Ya está aquí la Navidad. Era de esperar, más que nada por aquello del calendario. Pero lo cierto es que ha llegado y que, a partir de ahora, una vez terminado el Puente de la Desinmaculada concepción de los controladores y de que haya llovido la mitad que cuando Noé sacó el arca a pasear, vamos a tener aquello del espíritu de la Navidad hasta en la televisión pública, que no tiene anuncios.

     Que conste que yo soy de los que disfruta con la Navidad. Con toda su parafernalia de luces, de belenes, de comidas de todo tipo y con todo tipo de compañías, de gentío en la calle, de ir corriendo a comprar los reyes el día cuatro a las tantas,... En fin, lo que es la Navidad.

     Y la Navidad no es otra cosa que mantener las tradiciones. Tradición es, al fin y al cabo, que siempre se esté hasta las tantas esperando al mismo miembro de la familia que se ha entretenido tomando unas copas en Nochebuena o Nochevieja. Tradición es que haya siempre alguien a quien no le gusta lo que le regalen, sea lo que sea. Tradición es que no se entere uno de si ya están dando las campanadas o son todavía los cuartos. Tradición es que siempre haya una mujer madurita y entrada en carnes que te pise por un puñetero caramelo el día de la Cabalgata. Y tradiciones como estas, a puñados.

     Pero, ¿qué sería de la Navidad sin estas tradiciones? Estoy seguro que no valoraríamos igual el calor del hogar con la familia reunida. O la ternura que despierta contemplar un Belén. O la ilusión de un niño que espera impaciente el regalo que tan ardorosamente le ha pedido a los Reyes. Y, sobre todo, el rejuvenecimiento de nuestros corazones que, aunque sólo sea por unas fechas, vuelve a latir como el de un niño.

     Aunque sea sólo por eso, que sigamos teniendo cada uno nuestra tradición particular. Todo ello, teniendo en cuenta que las muñecas de Famosa, se siguen dirigiendo al Portal. 

martes, 23 de noviembre de 2010

BIENVENIDOS

     En primer lugar, por supuesto, la bienvenida. Abrir las puertas de esta casita en Internet que pretendo llenar de cuadros dónde se reflejen mis gustos, aficiones, deseos y opiniones. De este modo, cada cuál podrá observar con más atención aquél que más le guste, le divierta, le impresione, le decepcione o le enoje, que de todo habrá.
     Advierto de entrada que no soy experto en nada ni, mucho menos, tengo la exclusiva propiedad de la verdad absoluta. Todo cuánto aquí se refleje será, única y exclusivamente, la óptica desde la que veo las cosas, sin que tenga por ello el más mínimo interés en que eso mismo deba ocurrile a quienes tengan la amabilidad de visitar este hogar virtual.

     Estáis pues invitados y, como los visitantes han de llegar a las casas abriendo las puertas con los codos, se agradecería enormemente cualquier colaboración o comentario de aquello visto en ella que queráis aportar.

     Aquí os espero.