martes, 7 de diciembre de 2010

El Almendro vuelve a casa y El Lobo sigue siendo un gran turrón.

     Ya está aquí la Navidad. Era de esperar, más que nada por aquello del calendario. Pero lo cierto es que ha llegado y que, a partir de ahora, una vez terminado el Puente de la Desinmaculada concepción de los controladores y de que haya llovido la mitad que cuando Noé sacó el arca a pasear, vamos a tener aquello del espíritu de la Navidad hasta en la televisión pública, que no tiene anuncios.

     Que conste que yo soy de los que disfruta con la Navidad. Con toda su parafernalia de luces, de belenes, de comidas de todo tipo y con todo tipo de compañías, de gentío en la calle, de ir corriendo a comprar los reyes el día cuatro a las tantas,... En fin, lo que es la Navidad.

     Y la Navidad no es otra cosa que mantener las tradiciones. Tradición es, al fin y al cabo, que siempre se esté hasta las tantas esperando al mismo miembro de la familia que se ha entretenido tomando unas copas en Nochebuena o Nochevieja. Tradición es que haya siempre alguien a quien no le gusta lo que le regalen, sea lo que sea. Tradición es que no se entere uno de si ya están dando las campanadas o son todavía los cuartos. Tradición es que siempre haya una mujer madurita y entrada en carnes que te pise por un puñetero caramelo el día de la Cabalgata. Y tradiciones como estas, a puñados.

     Pero, ¿qué sería de la Navidad sin estas tradiciones? Estoy seguro que no valoraríamos igual el calor del hogar con la familia reunida. O la ternura que despierta contemplar un Belén. O la ilusión de un niño que espera impaciente el regalo que tan ardorosamente le ha pedido a los Reyes. Y, sobre todo, el rejuvenecimiento de nuestros corazones que, aunque sólo sea por unas fechas, vuelve a latir como el de un niño.

     Aunque sea sólo por eso, que sigamos teniendo cada uno nuestra tradición particular. Todo ello, teniendo en cuenta que las muñecas de Famosa, se siguen dirigiendo al Portal. 

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión esa de las tradiciones, sobre todo lo de la señora entradita en carnes que te pisa en la cabalgata y encima empieza a protestarte porque le has quitado una camiseta que no hubiera alcanzado en los días de su vida...
    Pd: Confieso ser uno de esos miembros que se entretienen el día de Nochebuena (y a veces el de Nochevieja también).

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  2. Querido amigo Lobo, ante todo felicitarte por tu iniciativa... seguro que tanto amigos como desconocidos vamos a disfrutar muchísimo con tu arte y tu buen hacer.

    Con respecto al contenido de este artículo en concreto, quería realizar una pequeña puntualización. Es cierto, y así lo reconoce el antiquísimo Refranero Español, que "las costumbres se hacen leyes". Ahora bien ¿también lo son las malas costumbres?. Me parece correctísimo que reconozcas como TRADICIÓN el llegar tarde a la cena de Navidad o Nochevieja, de hecho yo también lo practico. Pero si es a esta última a la que se acude con retraso, hay que tener muy en cuenta que debe dar tiempo precisamente a CENAR antes de atender a otra tradición (creo que bastante más antigua) como es la de comerse las 12 uvas.

    Por eso, amigo mío, sólo puedo decirte que hay que tener la cara durísima para, vistiendo el tema con muy buenas palabras, aprovecharse del beneplácito del respetable para justificar, y no pedir perdón, cuando se llega a la CENA de Nochevieja a las 12 menos 4 minutos, en un estado casi gaseoso, sin importarle el que su suegra se haya pasado todo el día en la cocina preparando sus más especiales platos para deleitar a su único yerno, que este año viene por primera vez.

    Un abrazo fuerte.

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